
La marca ciudad es, cada vez más, un activo de incalculable valor en la competición turística entre ciudades, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Además, la reputación de la marca ciudad no sólo mira al exterior sino que también mira hacia sus ciudadanos, los que viven y pagan impuestos en dicha ciudad y que, a cambio de una memorable experiencia de marca, votarán a sus gestores en su cita con las urnas. Uno de los aspectos que favorecen la imagen proyectada de la marca ciudad es la señalética, que no sólo ha de ser capaz de ayudar a los ciudadanos a desplazarse de la forma más sencilla y eficaz por el espacio urbano, sino que también ha de ser capaz de transmitir una personalidad y marca concreta a través de los espacios que señaliza. Además, el programa de señalética ha de hacerse inteligible a personas de cualquier nacionalidad o cultura de forma rápida y sin necesidad de traducciones. El turista es un usuario en general ocasional y desconoce el espacio al que se enfrenta. Por ello, orientarlo es primordial para que pueda sacar el máximo partido a su visita, localizando los lugares que quiere visitar con facilidad. Así mismo, el programa debe adaptarse a distintos tipos de usuarios atendiendo a su edad y capacidades de movilidad, y es que muchas veces se comete el error de no pensar en las personas con discapacidades, lo que provoca una sensación de segregación. El programa también tiene que ser capaz de generar una experiencia de visita memorable en cada uno de los espacios urbanos. En definitiva, un correcto programa de señalética para la ciudad no solo ayuda a fomentar el turismo sino, en general, el bienestar de la población.