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¿Votar? o
¿ser votante?

¿votar? o ¿ser votante?

El lenguaje es absolutamente determinante a la hora de conformar realidades. En este caso nos preguntamos si es igual usar el verbo o el nombre, es decir si es igual usar las palabras “Votar” o “Ser votante”. Nos preguntamos en cuál de estos enunciados pasamos más rápidamente a la acción. 

Según Gregory Walton, profesor de Standford, descubrió que cuando la gente lee nombres que describen atributos de otras personas, le dan a esos atributos un valor mayor que si se utilizaran verbos. Por ejemplo:

 “A Pilar le fascinan los animales”  o  “Pilar es amante de los animales” En el caso de “Pilar es amante de los animales” las personas, en general, darán a esta afirmación una connotación mayor de veracidad y consistencia que a la afirmación que contiene el verbo “A Pilar le fascinan los animales”

La investigación sobre el voto

Sobre esta idea Walton junto con Christopher Bryan realizaron un estudio en relación a si el uso de nombres o verbos afectaba a la intención del voto. Para ello contactaron con votantes del censo de California antes de las elecciones y les pidieron que rellenaran un formulario.

Uno de los grupos tenía que responder a una serie de preguntas que hacían referencia a la votación, en este caso utilizando el nombre como elemento base: “¿Qué importancia le da a ser votante en las próximas elecciones?

El otro grupo tenía que responder a preguntas similares pero utilizando como elemento base un verbo: ¿Qué importancia le da a votar en las próximas elecciones?

Tras completar el formulario les dijeron a los participantes que para votar tendrían que registrarse y les preguntaron por su interés en dicho registro que le daría opción a poder votar. Los participantes del grupo con el que se había utilizado como elemento base el nombre expresaron un mayor interés por ir a votar (62,5%) mientras que los que utilizaron como elemento base el verbo expresaron un menor interés por ir a votar (38,9%)

lenguaje y decisiones

El poder del autoconcepto

Las personas desean verse a sí mismos como buenas, competentes y dignas de aprobación y según el estudio realizado por Walton y Christopher es, cuando se usa el nombre como elemento base en la afirmación, cuando al individuo se le inserta la idea de autoconcepto. Lo que le obligará a preservar esos valores derivados de la idea que subyace en esa afirmación.

La necesidad de pertenecer al grupo

La mayoría de las personas necesitan pertenecer  un grupo, ya sea de fútbol, religioso, político, familiar, etc. La pertenencia al grupo le garantiza la supervivencia (no es posible estar aislado) y por eso es tan importante “pertenecer”. Al usar el nombre fomentamos la pertenencia: una persona cuando es votante, donante, o representante se siente perteneciente a un grupo mientras que si la persona  “vota” o “dona” o ”representa” la imagen de pertenencia a un colectivo es casi inexistente. Y ya que la persona no quiere defraudar en ningún momento al grupo, al que siente integrada, ni a sí misma, seguirá las instrucciones que sean necesarias para asegurarse que su autoconcepto permanece intacto.

Aplicación de los verbos o los nombres en la señalética

Esta investigación realizada por Walton nos aporta información relevante a la hora de diseñar un tipo de cartel informativo incluido dentro de un programa de señalética (wayfinding) eficaz. Por ejemplo si nos hayamos en un tren y queremos que la gente no utilice el móvil, para evitar molestar al resto de pasajeros, podemos optar por poner dos tipos de frases en un cartel visible en la sala:

 “Usa el móvil en las plataformas de final de vagón”

“Los usuarios de móviles pueden utilizar las plataformas del final del vagón”

En la segunda frase la persona, al sentirse perteneciente a un grupo (el de los usuarios de móviles), sentirá una mayor necesidad de dirigirse a la plataforma del fondo del vagón a la hora de hacer una llamada para no “decepcionar” su autoconcepto en relación a ese grupo al que pertenece (el de los usuarios de móviles)

¿Permanecer en silencio? o ¿ser silencioso? 

Pongamos otro ejemplo. Imagínese que está en una sala de espera de un hospital. En dicha zona se necesita máximo silencio para no molestar a otras personas que esperan, algunos de ellos con alguna dolencia. Podríamos poner dos tipos de carteles diferentes en dicha sala de espera:

“Permanecer en silencio para no molestar a otros pacientes”

“Sea silencioso para no molestar a otros pacientes”

Ya que cuando “eres silencioso”  perteneces al grupo de “los silenciosos” has de corroborar la virtud asociada a ese grupo, mientras que si recibes el mensaje de “permanecer en silencio” seguramente te encuentres más alejado de tu autoconcepto como individuo y por tanto te sea más fácil trasgredir la orden y hablar en voz alta.